Iceberg, Helados Artesanales, está cumpliendo veinte años de actividad en Berrotarán. Sus creadores Eduardo “Lalo” Rodriguez y su esposa Estela Torre, apostaban al pueblo creando una nueva fábrica de helados, lo que se convirtió en una empresa familiar y un comercio clave en la localidad.
La historia de Iceberg nos remonta a 1985, cuando Lalo y Estela deciden poner una reventa de helados en la localidad vecina de Los Cóndores. Unos amigos, que también trabajaban en el rubro, les recomendaron fabricar sus propios productos. Esto significaba una inversión grande, por lo que deciden proyectarse hacia la zona, “tuvimos que estudiar bien en que lugar íbamos a poner la fábrica de helado. Después de un tiempo decidimos venir a Berrotarán” comenta Estela.
Así, en 1987, la familia se traslada a esta localidad para emprender su proyecto, ubicados en una primera instancia en la esquina de Lobo Castellano y Bartolomé Mitre, frente al Banco Provincia. “Fue muy distinto, ya que en Los Cóndores yo trabajaba sola en la heladería, y acá, con Lalo, empezamos a trabajar juntos. Empezó una empresa familiar” relata su dueña.
La historia de Iceberg nos remonta a 1985, cuando Lalo y Estela deciden poner una reventa de helados en la localidad vecina de Los Cóndores. Unos amigos, que también trabajaban en el rubro, les recomendaron fabricar sus propios productos. Esto significaba una inversión grande, por lo que deciden proyectarse hacia la zona, “tuvimos que estudiar bien en que lugar íbamos a poner la fábrica de helado. Después de un tiempo decidimos venir a Berrotarán” comenta Estela.
Así, en 1987, la familia se traslada a esta localidad para emprender su proyecto, ubicados en una primera instancia en la esquina de Lobo Castellano y Bartolomé Mitre, frente al Banco Provincia. “Fue muy distinto, ya que en Los Cóndores yo trabajaba sola en la heladería, y acá, con Lalo, empezamos a trabajar juntos. Empezó una empresa familiar” relata su dueña.
Un par de años después la heladería se traslada a Bartolomé Mitre 61, sobre la Ruta Nacional 36, local donde todavía funciona. Al respecto Estela dice “desde que llegamos fuimos creciendo, eso nos ayudó a conseguir un espacio propio y a instalarnos mejor en el pueblo”.
Muchos podrán recordar los sorteos de Heladería Iceberg, donde todos se llegaban al local esperando ansiosos escuchar el número que tenían entre sus manos. “Sorteábamos bicicletas, motos… Era hermoso realizarlos. Cuando nos trasladamos a este local, realizamos uno pero, nos dimos cuanta que era mucho peligro por la ruta y por la cantidad de gente que se acercaba. Por eso, lamentablemente, decidimos no hacerlos más” ilustra Estela.
Los años fueron pasando, se produjeron los procesos hiperinflacionarios, cambios de presidentes, las privatizaciones. A principios de los ’90 se pasó de los australes al peso, más tarde el corralito y una crisis profunda nacional “veinte años no es nada, pero uno mira hacia atrás y ve que pasaron muchas cosas. Nosotros nos fuimos adaptando a cada una de ellas y a otras que influían directamente en el comercio o a la vida familiar” comenta su dueña recordando los veinte años de su comercio a lo que agrega “A lo largo de estos veinte años, muchos fueron los escollos que tuvimos que superar, pero siempre tuvimos el apoyo de la gente que nos ayudó a salir adelante, compitiendo, muchas veces, en inferioridad de condiciones”.
A su vez reconoce que la fabricación de los helados ayudó mucho a seguir adelante, “Teniendo la posibilidad de producir de manera industrial, nos decidimos por una producción artesanal, atendiendo a las necesidades de la localidad. Creemos que de este modo podemos satisfacer de manera más personal a los clientes” explica Estela, quien no deja de agradecer a la población de Berrotarán por el apoyo recibido durante todos estos años “nosotros, que vinimos de afuera, en seguida nos sentimos como en casa. Berrotarán nos ha insertado a esta sociedad, eso es algo de un valor incalculable. Desde siempre nos sentimos parte de este pueblo”.
Muchas son las anécdotas que se pueden encontrar en estos veinte años de historia, como hay cosas que ya son parte del folclore del comercio. Estela comenta que hay clientes que se aferran a un gusto de helado y que hasta no hace falta hacer la pregunta “¿de que se lo sirvo?”. Otros esperan ansiosos la apertura del comercio o visitar Berrotarán para degustar de ese sabor que no se encuentra en otro lado. “Todas esas cosas marcan y marcaron nuestros pasos, cada cliente nos ayudó a crecer” concluye.
La familia se siente feliz de cumplir veinte años en esta actividad es por eso que a Berrotarán y zona hacen llegar su agradecimiento: “La generación de padres que ahora llevan a sus chicos a la heladería, es la que creció con nosotros. A ellos, y a sus padres queremos agradecerles por habernos acompañado en estos veinte años que llevamos juntos. Queremos retribuirlos mejorando nuestros productos y ofreciéndoles cada vez más y mejor calidad. A la gente que tomó como una rutina el paseo de la tardecita, saboreando un helado, o a aquellos que en su fiesta de fin de año o el domingo al medio día, nos eligieron para compartir su mesa. A todos ellos muchas gracias y los esperamos para seguir disfrutando de los sabores de siempre y los invitamos a probar los nuevos”.
En el paseo de los noviecitos, el abuelo con el nieto, los amigos y la familia, para cada momento siempre fue oportuno el heladito, y en Berrotarán, “Iceberg, helados artesanales”, se preocupó siempre por convertirse en sinónimo de ese placer que a todos nos gusta.